Cómo volví a correr sin morir en el intento

Cuando chico, corría como si me persiguiera un perro.

Era de los mejores del curso. Los test de Tabata, las carreras contra otros colegios, los entrenamientos eternos… me encantaba todo eso. Corría bien, me sentía fuerte, y me iba la raja en todos los deportes.

 

Pero un día, haciendo snowboard con varios amigos, me rompí el tobillo. Pero no me lo "torcí”, no. Me lo hice bolsa.

Un año entero con yeso. Cero actividad. Cero deportes. Cero motivación.

Y sí, lo admito: como cabro irresponsable que era, me lo saqué yo mismo un mes antes de lo que me indicó el doctor. Sin kinesiología, sin terapia, sin nada. Spoiler alert: no lo hagan.

Obviamente, después de eso no pude seguir con los deportes de impacto que amaba, dejé de lado la BMX, MTB, taewkondo, hockey en cesped, tenis, running, etc... (hacia un montón de deportes jaja). Tuve que cambiar y ahí, como si fuera el destino, apareció el surf.

🌊 El surf no me dolía. No me exigía el pie de la misma manera, y al mismo tiempo me conectaba con el mar, con algo más grande que el dolor. Me obsesioné.

Pasaron los años. Me fui de Santiago. Me vine a Concón. Y en esa vuelta de la vida, conocí a la Angi ❤️, mi media naranja.

Ella no surfea. Pero sí corre.

Y al principio, por apoyarla, me sumé a algunas salidas. Suavecito, sin muchas expectativas. Solo por compartir.

p#t4 que me volvió a gustar.

Pero ahora no era como antes. Había cambiado todo: zapatillas con tecnología de la NASA, geles con carbohidratos calculados al gramo, relojes que te dicen hasta cuándo ir al baño... cuanto tiempo me había quedado dormido?. Muchos accesorios! Cosas que antes ni existían, pero que ahora hacen que correr sea otra experiencia.

Me reencontré con el running.

Corrí carreras. Volví a sumar kilómetros (por primera vez podía medir este dato). Volví a sentirme fuerte. Pero esta vez, también con cabeza. Con mejores herramientas. Con menos ego. Y con alguien al lado.

Y así llegamos hasta acá. A este blog. A esta tienda.

A este espacio donde quiero compartir no solo productos, sino experiencias reales.

Porque si algo aprendí, es que lo que usas importa. Que no todo lo que brilla es oro, y que correr con buen equipo no es lujo, es salud mental.

Así que si estás leyendo esto y alguna vez te caíste, te fracturaste, te rendiste o simplemente no sabías por dónde volver…

Bienvenido. Estás en buena compañía.

 

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